Jesús complejos
¿Alguna vez has conocido a alguien que es el
centro de atención adondequiera que vaya? Alguna característica misteriosa e
indefinible lo distingue de todos los demás. Bueno, así fue hace dos mil años
con Jesucristo. Pero no fue sólo la
personalidad de Jesús que cautivó a las personas que lo oyeron. Los testigos de sus palabras y su
vida nos cuentan que Jesús de Nazaret era distinto a todos los hombres.
Las únicas credenciales de Jesús
fueron él mismo. Nunca escribió un libro, lideró un ejército, ocupó un cargo
político ni fue dueño de ninguna propiedad. Solía viajar dentro de las cien
millas alrededor de su pueblo, atrayendo a multitudes que se asombraban con sus
palabras provocadoras y actos asombrosos.
Sin embargo, la grandeza de Jesús
fue obvia para todos los que lo conocieron y oyeron. Y mientras que la mayoría
de los grandes personajes finalmente se desvanecen en los libros de historia,
Jesús sigue siendo el tema de miles de libros y de controversias mediáticas sin
paralelo. Gran parte de esas controversias giran en torno a las afirmaciones
radicales que hizo Jesús sobre sí mismo – afirmaciones que asombraron tanto a
sus seguidores como a sus adversarios.
Fueron principalmente las
afirmaciones únicas de Jesús que causaron que fuera visto como una amenaza
tanto por las autoridades romanas como por la jerarquía judía. Si bien era un
forastero sin credenciales ni base de poder político, en sólo tres años, Jesús
cambió el mundo para los siguientes veinte siglos. Otros líderes morales y
religiosos han causado un impacto – pero ninguno como ese desconocido hijo de
carpintero de Nazaret.
¿Qué
tenía Jesucristo que marcó la diferencia? ¿Fue meramente un gran hombre, o fue
algo más?
Estas preguntas llegan al fondo
de quién fue Jesús realmente. Algunos creen que él fue meramente un gran maestro
moral; otros creen que simplemente fue el líder de la mayor religión del mundo.
Pero muchos creen algo más grande. Los cristianos creen que Dios realmente nos
ha visitado en forma humana. Y ellos creen en las pruebas que lo respalda.
Después de estudiar cuidadosamente
la vida y las palabras de Jesús, un antiguo catedrático de Cambridge y
escéptico, C.S. Lewis, llegó a una conclusión inesperada sobre Jesús que cambió
el rumbo de su vida. Entonces, ¿quién es el verdadero Jesús? Muchos contestarán
que Jesús fue un gran maestro moral. Al estudiar más profundamente a la persona
más controvertida del mundo, empezamos por preguntarnos: ¿Jesús podría haber
sido meramente un gran maestro moral?
¿Un
gran maestro de la moral?
Incluso las personas de otras
religiones reconocen que Jesús fue un gran maestro de la moral. El líder hindú
Mahatma Gandhi elogiaba su vida honrada y sus palabras profundas.[1]
Asimismo, el erudito judío Joseph
Klausner escribió, “Es universalmente aceptado… que Cristo enseñó las más puras
y sublimes éticas…lo cual arroja a la sombra a los preceptos morales y las
máximas de los hombres más sabios de la antigüedad”.[2]
El sermón del monte de Jesús ha
sido llamado la enseñanza más excelente de ética humana jamás pronunciada por
una persona. De hecho, gran parte de lo que conocemos hoy como “igualdad de
derechos” en realidad es el resultado de las enseñanzas de Jesús. El
historiador no cristiano Will Durant dijo de Jesús que “él vivió y luchó
incansablemente por la ‘igualdad de derechos’; en tiempos modernos él habría
sido enviado a Siberia. ‘El más importante entre ustedes será siervo de los
demás’ – ésta es la inversión de toda sabiduría política, de toda cordura”.[3]
Muchos, como Gandhi, han tratado
de separar las enseñanzas éticas de Jesús
de sus afirmaciones sobre sí mismo, creyendo que simplemente fue un gran
hombre quien enseñó elevados principios morales. Ésta fue la propuesta de uno
de los Padres Fundadores de los Estados Unidos de América, el Presidente Thomas
Jefferson, que cortó y pegó un ejemplar del Nuevo Testamento, eliminando las
secciones que él consideraba que se referían a la divinidad de Jesús, y
conservando otros pasajes sobre las enseñanzas éticas y morales de Jesús.[4]
Jefferson llevaba con él en todo momento su Nuevo Testamento cortado y pegado,
venerando a Jesús como el que fuera quizás el mayor maestro moral de todos los
tiempos.
De hecho, las palabras memorables
de Jefferson en la Declaración de la Independencia tienen sus raíces en las
enseñanzas de Jesús de que cada persona es de inmensa e igual importancia para
Dios, sin tener en cuenta el sexo, la raza o el estatus social. El famoso
documento establece, “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los
hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos
inalienables…”
Pero una pregunta que Jefferson
nunca contestó fue: ¿cómo podría Jesús ser un gran líder moral si afirmó ser
Dios en falso? ¿Pero Jesús en realidad afirmó su divinidad? Antes de analizar
qué sostuvo Jesús, debemos estudiar la posibilidad de que simplemente fue un
gran líder religioso.
¿Un
gran líder religioso?
Sorprendentemente, Jesús nunca
afirmó ser un líder religioso. Él nunca se metió en la política religiosa ni
impulsó una agenda ambiciosa, y él se desempeñó casi totalmente fuera del marco
religioso establecido.
Cuando uno compara a Jesús con
los otros grandes líderes religiosos, una notable distinción emerge. Ravi
Zacarias, quien se crió en una cultura hindú, ha estudiado las religiones del
mundo y ha observado una distinción fundamental entre los fundadores de otras
grandes religiones y Jesucristo.
“En todos ellos emerge una instrucción, una
manera de vivir. No es Zoroastro a quien acudes, Zoroastro es a quien escuchas. No es Buda quien te libra; son sus
Verdades Nobles las que te instruyen. No es Mahoma quien te transforma; es la
belleza del Corán que te corteja. En cambio, Jesús no solo enseñaba o exponía
su mensaje. Él era idéntico a su mensaje”.[5]
La certeza de la observación de
Zacarias es subrayada por la cantidad de veces en los evangelios que el mensaje
de las enseñanzas de Jesús fue sencillamente “Ven a mí” o “Sígueme” o
“Obedéceme”. Además, Jesús dejó claro que su misión principal era perdonar los
pecados, que era algo que sólo Dios podía hacer.
En The World´s Great Religions,
(Las grandes religiones del mundo) Huston Smith observó que, “Sólo dos personas
asombraron tanto a sus contemporáneos que la pregunta que evocaron no fue
‘¿Quién es?’ sino ‘¿Qué es?’ Ellos fueron Jesús y Buda. Las respuestas que
estos dos dieron fueron exactamente opuestas. Buda dijo inequívocamente que él
era un mero hombre, no un dios –casi como si hubiera previsto los intentos de
adorarlo en el futuro. Jesús, por lo contrario, afirmó…ser divino”.[6]
Y eso nos lleva a la pregunta de
qué afirmó realmente Jesús acerca de sí mismo; específicamente, ¿Jesús afirmó
ser divino?
¿Jesús
afirmaba ser Dios?
Entonces, ¿qué ha convencido a
tantos estudiosos de que Jesús afirmó que era Dios? El autor John Piper explica
que Jesús afirmó tener poderes que pertenecían exclusivamente a Dios.
“…los amigos y enemigos de Jesús se
desconcertaban una y otra vez por lo que él hacía y decía. Él podía estar
andando por un camino, al parecer como cualquier otra persona, y entonces daba
la vuelta de pronto y decía cosas como, ‘Antes de que Abraham naciera, ¡yo
soy!’. O, ‘Quien me ve a mí está viendo al Padre’. O, muy tranquilamente,
después de ser acusado de blasfemia, él decía, ‘Hijo del Hombre tiene autoridad
en la tierra para perdonar pecados’. A los muertos él podía simplemente
decirles, ‘Sal fuera’ o ‘Levántate’. Y ellos obedecían. A las tormentas en el
mar les decía, ‘Quieto’. Y a la hogaza de pan le decía, ‘Conviértete en mil
porciones’. Y se realizaba inmediatamente”.[7]
¿Pero cuál era realmente el
significado de dichas afirmaciones? Es posible que Jesús fuera sólo un profeta
como Moisés, Elías o Daniel? Incluso una lectura superficial de los evangelios
revela que Jesús afirmaba ser más que un profeta. Ningún otro profeta había
afirmado algo similar sobre sí mismo; de hecho, ningún otro profeta se ha
colocado en el lugar de Dios.
Algunas personas sostienen que
Jesús nunca dijo expresamente, “Yo soy Dios”. Es verdad que nunca dijo las
palabras exactas, “Yo soy Dios”. Sin embargo, Jesús tampoco dijo de manera
explícita, “Yo soy un hombre” ni “Yo soy un profeta”. Pero Jesús sin duda fue
humano, y sus seguidores lo consideraron un profeta como Moisés y Elías. Por ello, no podemos descartar que Jesús es
divino sólo porque él no dijo esas palabras exactas, así como tampoco podemos
decir que no fue un profeta.
De hecho, las afirmaciones de
Jesús sobre sí mismo se contradicen con la idea de que él simplemente fue un
gran hombre o un profeta. En más de una ocasión Jesús se refirió a sí mismo
como el Hijo de Dios. Cuando se le preguntó a Bono, el cantante de U2, si él
pensaba que era inverosímil que Jesús fuera el Hijo de Dios, él contestó:
“No, para mí no es algo increíble. La
respuesta secular al relato de Jesucristo siempre es así: Él fue un gran
profeta, obviamente era un tipo muy interesante, tenía muchas cosas que decir
como los otros grandes profetas, sea Elías, Mahoma, Buda o Confucio. Pero Jesús
no te permite eso. Él no te deja librarte tan fácilmente del problema. Jesús
dice, No. No estoy diciendo que soy un maestro, no me digan maestro. No estoy
diciendo que soy un profeta…estoy diciendo que soy Dios encarnado”. Y la gente
dice: No, no, por favor, sé un profeta nomás. Podemos lidiar con un profeta”.[8]
Antes de analizar las
afirmaciones de Jesús, es importante entender que él las hizo dentro del contexto
de la creencia judía en un solo Dios (monoteísmo). Ningún judío creyente
creería alguna vez en más de un Dios. Y Jesús creía en el único Dios, rezándole
a su Padre como, “el único Dios verdadero”.[9]
Pero en esa misma oración, Jesús
habló de haber existido siempre con su Padre. Y cuando Felipe le pidió a Jesús
que les muestre al Padre, Jesús dijo, “Tanto tiempo como llevo con vosotros y
¿no has llegado a conocerme, Felipe? Quien me ve a mí está viendo al Padre”.[10]
Entonces, la pregunta es: ¿Jesús estaba afirmando ser el Dios hebreo que creó
el universo?
¿Jesús
afirmó ser el Dios de Abraham y Moisés?
Jesús se refería a sí mismo de
maneras que desconcertaban a sus seguidores. Tal como señala Piper, Jesús hizo
la afirmación audaz de que, “antes de que Abraham naciera, ¡yo SOY!”[11]
Le dijo a Marta y las personas a su alrededor, “Yo SOY la resurrección y la
vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera”.[12]
Asimismo, Jesús decía cosas como, “Yo SOY la luz del mundo”[13],
“Nadie llega al Padre sino por mí”[14]
o, “Yo SOY la verdad” [15].
Éstas y otras afirmaciones suyas fueron precedidas por las palabras sagradas
para nombrar a Dios: “Yo SOY” (ego eimi).[16]
¿Qué quiso decir Jesús con estas afirmaciones? ¿Y qué significado tiene el
término “Yo SOY”?
Una vez más, debemos analizar el
contexto. En las Sagradas Escrituras Hebreas, cuando Moisés preguntó a Dios su
nombre en la zarza ardiente, Dios respondió, “Yo SOY”. Él le estaba revelando a
Moisés que Él es el único Dios, que trasciende al tiempo y siempre ha existido.
Increíblemente, Jesús usaba estas palabras sagradas para describirse a sí
mismo. La pregunta es ¿por qué? Desde el tiempo de Moisés, ningún judío
practicante se referiría nunca a sí mismo ni a ningún otro hombre como “Yo
Soy”. Por ello, las afirmaciones de “Yo SOY” de Jesús enfurecieron a los
líderes judíos. Una vez, por ejemplo, algunos líderes le explicaron a Jesús por
qué trataban de matarlo: “Porque tú,
siendo hombre, te haces pasar por Dios” .[17]
El uso por Jesús del nombre de
Dios enfureció a los líderes religiosos. Pero lo importante es que éstos
estudiosos del Antiguo Testamento sabían exactamente lo que él estaba diciendo
– él estaba afirmando ser Dios, el Creador del universo. Sólo esta afirmación
habría conllevado la acusación de blasfemia. Entender a partir de estos
textos que Jesús afirmó ser Dios
claramente se justifica, no simplemente por sus palabras, pero también por la
reacción a estas palabras.
C. S. Lewis inicialmente
consideró que Jesús era un mito. Pero este genio literario que conocía los
mitos muy bien concluyó que Jesús tiene que haber sido una persona real. Más
aún, a medida que Lewis estudió las pruebas de la existencia de Jesús, se
convenció de que Jesús no sólo fue real, sino de que fue diferente a cualquier
otro hombre que haya vivido. Lewis escribió,
“Y allí está la verdadera sorpresa’ dice
Lewis: ‘Entre estos judíos de pronto aparece un hombre que habla como si fuera
Dios. Dice que puede perdonar los pecados. Dice que siempre ha existido. Dice
que vendrá para juzgar al mundo al fin del tiempo”.[18]
Lewis pensaba que las
afirmaciones de Jesús eran simplemente demasiado radicales y profundas para
haber sido hechas por un maestro o líder religioso común. (Para ver un análisis
más exhaustivo de la afirmación de Jesús de su divinidad, ver “¿Jesús afirmaba
ser Dios?”
¿Qué
clase de Dios?
Algunos sostienen que Jesús
solamente estaba afirmando ser parte de Dios. Sin embargo, la idea de que todos
somos parte de Dios, y que dentro de nosotros esta la semilla de la divinidad,
simplemente no es un posible significado de las palabras y acciones de Jesús.
Tales pensamientos son revisionistas, son ajenos a sus enseñanzas, ajenos a
las creencias que expresó, y ajenos a cómo entendieron sus enseñanzas los discípulos.
Jesús enseñó que él es Dios de la
manera que los judíos entendían a Dios y la manera que las Escrituras Hebreas
describían a Dios, no de la manera en que el movimiento de la Nueva Era
entiende a Dios. Ni Jesús ni su público habían sido criados viendo la Guerra de
las Galaxias, por lo cual, cuando ellos hablaban de Dios, no estaban hablando
de fuerzas cósmicas. Redefinir lo que Jesús quiso decir con el concepto de Dios
es simplemente un mal enfoque histórico. Lewis explica que:
“Dejemos esto en claro. Entre los panteístas,
como los hindúes, cualquiera podría decir que él es parte de Dios, o que es uno
con Dios…Pero este hombre, dado que era un judío, no podría referirse a esa
clase de Dios. Dios, en su idioma, significaba el Ser que está fuera del mundo,
que lo había creado y era infinitamente distinto a cualquier otra cosa. Y
cuando uno haya entendido eso, podrá ver que lo que dijo este hombre fue
simplemente lo más escandaloso que alguna vez ha pronunciado un humano”.[19]
Por cierto, hay personas que
aceptan a Jesús como un gran maestro, pero no están dispuestos a llamarlo Dios.
Como deísta, hemos visto que Thomas Jefferson no tenía ningún problema con
aceptar las enseñanzas de Jesús sobre la moral y la ética, a la vez que negaba
su divinidad.[20] Pero como hemos señalado, y examinaremos en mayor
profundidad, si Jesús no era quien afirmaba ser, entonces debemos analizar
algunas otras alternativas, ninguna de las cuales harían de él un gran maestro
moral. Lewis argumentó, “Lo que estoy tratando de impedir es que alguien diga
esa cosa realmente absurda que la gente a menudo dice de Él: ‘Estoy listo para
aceptar a Jesús como un gran maestro moral, pero no acepto su afirmación de ser
Dios’. Esa es la única cosa que no debemos decir”.[21]
En su búsqueda de la verdad,
Lewis sabía que respecto de la identidad de Jesús sólo podía ser la una o la
otra. O Jesús era quien afirmaba ser – Dios encarnado – o sus afirmaciones eran
falsas. Y si éstas eran falsas, Jesús no podría ser un gran maestro moral. Él
estaría mintiendo intencionalmente o sería un demente con un complejo de Dios.
¿Es
posible que Jesús estaba mintiendo?
Aún los críticos más severos de
Jesús rara vez han dicho que era un mentiroso. Sin duda, esa etiqueta no
concuerda con las elevadas enseñanzas morales y éticas de Jesús. Pero si Jesús
no es quien afirmaba ser, debemos considerar la opción de que él engañaba a
todos intencionalmente.
Uno de los trabajos políticos más
conocidos y más influyentes de todos los tiempos fue escrito por Nicolás
Maquiavelo en 1532. En su obra clásica, El Príncipe, Maquiavelo exalta el
poder, el éxito, la imagen y la eficiencia por encima de la lealtad, la fe y la
honestidad. Según Maquiavelo, mentir está bien si logra un fin político.
¿Podría Jesucristo haber
construido toda su vida pastoral a partir de una mentira sólo para obtener el
poder, la fama o el éxito? De hecho, los opositores judíos de Jesús trataron
constantemente de exponerlo como un fraude y un mentiroso. Ellos lo inundaban
con preguntas a fin de tenderle una trampa para que se contradijera. Sin
embargo, Jesús respondía con una notable coherencia.
La pregunta que debemos analizar
es, ¿qué podría motivar a Jesús a vivir su vida entera como una mentira? El
enseñó que Dios se oponía a la mentira y a la hipocresía, por lo cual, él no lo
estaría haciendo para complacer a su Padre. Él claramente no mintió para
beneficio de sus seguidores, dado que todos menos uno fueron martirizados por
no renegar de su Divinidad (ver “¿Los apóstoles creían que Jesús es Dios?” (http://www.y-jesus.com/apostles_jesus_god_1.php).
Y entonces, nos quedamos con sólo dos explicaciones razonables, cada una de las
cuales es problemática.
Beneficio
Mucha gente ha mentido por
ganancia personal. De hecho, la motivación de la mayoría de las mentiras es
algún beneficio percibido para uno mismo. ¿Qué podría haber esperado ganar
Jesús al mentir sobre su identidad? El poder sería la respuesta más obvia. Si
la gente creía que él era Dios, él tendría un enorme poder. (Es por eso que
muchos líderes antiguos, tales como los Césares, afirmaban su origen divino.)
El problema con esta explicación
es que Jesús rechazó todos los intentos de posicionarlo para el poder
establecido, y más bien criticó duramente
a aquellos que abusaron de dicho poder y vivieron sus vidas persiguiéndolo.
Además, él optó por acercarse a los marginados (las prostitutas y los
leprosos), aquellos que no tenían poder, creando una red de gente cuya
influencia era menos que cero. De una manera que sólo puede ser descrita como
extraña, todo lo que Jesús hizo y dijo iba en dirección diametralmente opuesta
al poder.
Parecería que, si el poder fue la
motivación de Jesús, él habría evitado la cruz a toda costa. Sin embargo, en
varias ocasiones, él les dijo a sus discípulos que la cruz era su destino y
misión. ¿Cómo podría morir en una cruz romana traerle a uno poder?
La muerte, por supuesto, pone
todo en perspectiva. Y mientras que muchos mártires han muerto por una causa en
la que ellos creían, pocos han estado dispuestos a morir por una mentira
conocida. Sin duda, toda esperanza para la propia ganancia personal de Jesús
habría terminado en la cruz. Sin embargo, hasta su último suspiro, él se negó a
renunciar a su afirmación de ser el único Hijo de Dios. El estudioso del Nuevo
Testamento J.I. Packer señala que este título es una afirmación de la divinidad
personal de Jesús.[22]
Un
Legado
Por lo tanto, si Jesús estaba por
encima de mentir para su propio beneficio, quizás sus afirmaciones radicales
fueron falseadas con el propósito de dejar un legado. Pero la posibilidad de
recibir una tremenda paliza y ser clavado a una cruz enfriaría rápidamente el
entusiasmo de la mayoría de las superestrellas en potencia.
Y hay otro hecho fascinante. Si
Jesús simplemente hubiera renunciado a
su afirmación de ser el Hijo de Dios, él nunca habría sido condenado. Fue su
afirmación de ser Dios y no estar dispuesto a retractarse de ello que lo llevó
a la crucifixión.
Si aumentar su credibilidad y reputación
histórica fue lo que motivó a Jesús a mentir, hay que explicar cómo un hijo de
carpintero de un pueblo pobre de Judea pudo prever los eventos que
catapultarían su nombre a la prominencia mundial. ¿Cómo sabría que su mensaje
sobreviviría? Los discípulos de Jesús habían huido y Pedro lo había negado. No
es precisamente la fórmula para dar inicio a un legado religioso.
¿Los historiadores creen que
Jesús mintió? Los estudiosos han analizado en detalle las palabras y vida de
Jesús para ver si hay alguna evidencia de un defecto en su carácter moral. De
hecho, incluso los más ardientes escépticos están sorprendidos por la pureza
moral y ética de Jesús.
Según el historiador Philip
Schaff, no hay evidencia, ni en la historia de la iglesia ni la historia secular,
de que Jesús haya mentido acerca de algo. Schaff argumentó,“¿Cómo, en nombre de
la lógica, el sentido común y la experiencia, podría un hombre mentiroso,
egoísta y depravado haber inventado, y continuamente mantenido desde el
principio hasta el fin, el más puro y noble carácter conocido en la historia
con el más perfecto aire de verdad y realidad?”[23]
La opción de mentiroso parece
nadar contra corriente ante todo lo que Jesús enseñó, vivió, y por lo que
murió. Para la mayoría de los estudiosos, simplemente no tiene sentido. Sin
embargo, para negar las afirmaciones de Jesús, uno debe ofrecer alguna
explicación. Y si las afirmaciones de Jesús no son verdaderas, y él no estaba
mintiendo, la única opción que queda es que él debió haberse engañado a sí
mismo.
¿Jesús
podría haber sido enfermo mental?
Albert Schweitzer, quién fue
galardonado con el Premio Nobel en 1952 por su trabajo humanitario, tenía sus
propias opiniones sobre Jesús. Schweitzer concluyó que la locura era la causa
de las afirmaciones de Jesús de ser Dios. Es decir, que Jesús estaba equivocado
sobre sus afirmaciones, pero no mentía intencionalmente. Según esta teoría,
Jesús en realidad se engañaba a sí mismo, creyendo realmente que él era el
Mesías.
Lewis consideró esta opinión
cuidadosamente. Lewis dedujo que si las
afirmaciones de Jesús no eran ciertas, entonces él tendría que haber estado
loco. Lewis argumenta que alguien que
afirmaba ser Dios no sería un gran maestro moral. “Él podría ser un enfermo mental – al nivel
de un hombre que dice ser un huevo hervido – o de lo contrario él sería el
Diablo del Infierno”.[24]
La mayoría de las personas que
han estudiado la vida y las palabras de Jesús reconoce que él era
extremadamente racional. Si bien su propia vida estuvo llena de inmoralidad y
escepticismo personal, el renombrado filósofo francés Jean-Jacques Rousseau
(1712-78) reconoció el carácter superior y el aplomo de Jesús: “Cuando Platón
describe su hombre recto imaginario…él describe exactamente el personaje de
Jesús…Si la vida y muerte de Sócrates son las de un filósofo, la vida y muerte
de Jesús son las de un Dios”.[25]
Bono
concluye que “loco” es la última etiqueta que uno le podría poner a Jesús.
“Lo que nos queda entonces es que Jesús era
quien decía ser o si no, estaba totalmente chiflado. Es decir, estamos hablando
de un loco al nivel de Charles Manson…No es broma. La idea de que todo el curso
de la civilización para la mitad del mundo se hubiera visto cambiado y puesto
de cabeza por un loco, para mí, es difícil de creer…” [26]
Entonces, ¿ Jesús fue un
mentiroso o un demente, o fue el Hijo de Dios? ¿Podría haber estado en lo
correcto Jefferson al etiquetar a Jesús de “sólo un buen maestro moral” a la
vez que negaba su deidad? Es interesante que el público que escuchó a Jesús –
tanto los creyentes como los enemigos – nunca lo considerara como un simple
maestro moral. Jesús generó tres efectos principales en la gente que lo conoció:
odio, terror o adoración.
Las afirmaciones de Jesucristo
nos obligan a escoger. Como dijo Lewis, no podemos ubicar a Jesús en la
categoría de ser solamente un gran líder religioso o un buen maestro
moral. Este antiguo escéptico nos
desafía a tomar nuestras propias decisiones sobre Jesús:
“Uno debe elegir. O este hombre fue y es el
Hijo de Dios, o si no, era un loco o algo peor. Uno puede callarlo por ser un
tonto, escupirle y matarlo por ser un demonio o puede caer a sus pies y
llamarlo Señor y Dios. Pero no nos permitamos
disparates condescendientes de
que fue un gran maestro humano. Él no nos dejó esa posibilidad. No era su
intención hacerlo”.[27]
En su libro Mere Christianity
(Mera cristiandad), Lewis explora las opciones respecto de la identidad de
Jesús y concluye que él es exactamente lo que afirmaba ser. Su cuidadoso
estudio de la vida y las palabras de Jesús llevó a este gran genio literario a
renunciar a su anterior ateísmo y volverse un cristiano comprometido.
La gran pregunta de la historia
de la humanidad es, “¿Quién es el verdadero Jesucristo?” Bono, Lewis e
innumerables más han concluido que Dios visitó nuestro planeta en forma humana.
Pero si eso es cierto, esperaríamos que él estuviera vivo hoy en día. Y eso es
exactamente lo que creen sus seguidores.
¿Jesús
realmente resucitó?
Los testigos presenciales de
Jesucristo realmente hablaban y actuaban como si ellos creyeran que él hubiera
resucitado físicamente de la muerte después de su crucifixión. Si ellos estaban equivocados, la
cristiandad se fundó sobre la base de una mentira. Pero si tenía razón,
dicho milagro sería una prueba de todo lo que dijo Jesús sobre Dios, sobre sí
mismo y sobre nosotros.
Pero, ¿debemos creer en la
resurrección de Jesús únicamente basados en la fe o hay pruebas históricas
sólidas? Varios escépticos han estudiado los registros históricos a fin de
probar la falsedad del relato de la resurrección. ¿Qué descubrieron?
¿Jesús
dijo qué pasa después de la muerte?
Si Jesús realmente resucitó,
entonces debe saber qué hay al otro lado. ¿Qué dijo Jesús sobre el sentido de
la vida y sobre nuestro futuro? ¿Hay muchos caminos a Dios, o Jesús dijo que él
era el único camino? Lea las respuestas sorprendentes en “¿Por qué Jesús?”
¿Jesús
le puede dar sentido a la vida?
¿Puede Jesús contestar las
grandes preguntas de la vida? ¿Quién soy?, ¿Por qué estoy aquí? y ¿A dónde me
dirijo? Jesús hizo afirmaciones sobre la vida y nuestro propósito aquí en la
Tierra, que se deben analizar antes de considerarlo poco compasivo o impotente.
Este artículo, “¿Por qué Jesús?”, estudia el misterio de por qué vino Jesús a
la Tierra, y qué significa eso para nosotros.
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