Una versión del ‘Libro de desasosiego’ con textos inéditos arroja nueva luz sobre el autor
También se publica una compilación de sus escritos psiquiátricos
Diagrama con los heterónimos más importantes de Pessoa, a partir de un análisis de su traductor Perfecto E. Cuadrado. / FERNANDO VICENTE |
La inmensa herencia literaria de
Fernando Pessoa, fruto de un afán inhumano de perfección que quedó plasmado en
un legado de cerca de 30.000 escritos ordenados, en su mayoría, de forma
caótica y embarullada, sigue regalando nuevos textos que aportan nuevas
visiones sobre este escritor inagotable. Fruto de la labor de zapa de dos
estudiosos de la obra del mayor poeta portugués contemporáneo aparecen ahora en
España una nueva edición del Libro del desasosiego, con cinco textos inéditos,
y un volumen titulado Escritos sobre genio y locura,compuesto por apuntes sobre
psicopatologías y psiquiatría nunca publicados en español (en Portugal lo
fueron en 2006). Ambas, en Acantilado.
Richard Zenith, estadounidense de
origen, portugués de adopción, considerado por muchos el mayor especialista de
la obra de Pessoa, ha compuesto esta última edición del Libro del desasosiego.
Entre los cinco textos sacados a la luz hay reflexiones sobre la muerte y sobre
el hecho mismo de divagar. Y entre ellos, uno especialmente sintomático. Es el
más largo y se compone de una deliciosa redacción sobre la niñez del poeta,
sobre sus recuerdos de juego inventando personajes con las piezas del ajedrez y
sobre la nostalgia infinita de la infancia. “Me dolía esto como hoy me duele no
poder dar expresión a una vida. ¡Ah! Pero ¿por qué recuerdo yo esto? ¿Por qué
no permanecí niño para siempre? ¿Por qué no morí yo allí, en uno de esos
momentos?”.
Zenith tradujo Libro del
desasosiego al inglés y su primera edición en portugués data de 1998. Desde
entonces ha elaborado 10 más. Tal cantidad de versiones obedece a las
circunstancias azarosas en que se descubrió a principios de 1980 el manuscrito,
dentro de un sobre en un arcón que albergó durante décadas la confusa, ingente
y desordenada herencia literaria del escritor.
“Pessoa dejó ciertas indicaciones
para la composición del libro, pero estas no son exhaustivas y, a veces, se
contradicen con otras que dejó en otra parte, por eso se encuentran textos
traspapelados que aunque no llevan indicación ninguna, por su temática o estilo
deben figurar en el Libro del desasosiego”, explica Zenith.
Pessoa rehacía, destruía y
guardaba. Olvidaba proyectos, los retomaba años después y los modificaba en una
mañana. Añadía una hoja a un volumen inacabado que luego traspapelaba. Escribía
en cuartillas ordenadas a veces, pero otras lo hacía en sobres, en notas de
contabilidad, en el reverso de circulares empresariales. Reemprendía obras que
se multiplicaban como un árbol ramificado hasta el infinito, llevaba adelante
varios libros a la vez... Daba la impresión de que el peso mismo de su deseo de
escribir le sepultaba, que le atenazaba el no poder controlar su propia e
inmensa ambición reconvertida continuamente en un creciente caos en búsqueda de
belleza.
Y buena parte de eso acabó,
inconcluso, en el arcón. “Todo ello se debe a su perfeccionismo. Él sostenía
que la perfección no era posible, tal vez en un poema corto, pero la vida de un
hombre no daba para otorgar la perfección a una obra de mayor extensión. Aun
así, no se conformaba. De ahí sus avances y retrocesos”, añade Zenith.
La aparente falta de orden y la
—previsible e inevitable— arbitrariedad en la composición —siempre póstuma— del
Libro del desasosiego deben importar mucho al lector. “Este es un hermoso
ejemplo de no-libro. Se puede leer de arriba abajo, de abajo arriba,
picoteando, eligiendo al azar una página…”, asegura Zenith, que recientemente
ha recibido en Portugal el prestigioso Premio Pessoa por su labor investigadora
y literaria. Y añade que el volumen encierra una sorprendente modernidad. “Fue
escrito desde 1915 a 1934. Pero descubierto en 1982 y eso es poéticamente
justo, porque pertenece al sentir de nuestros días. Cuando se escribió, Europa
creía en la unidad, en la coherencia del yo, en esas cosas que han saltado por
los aires y que el Libro del desasosiego, con su fragmentación no solo textual,
refleja perfectamente”.
Por su parte, el estudioso
colombiano Jerónimo Pizarro ha culminado y, en el caso de la edición española,
traducido, Escritos sobre genio y locura, donde Pessoa, obsesionado desde muy
joven por cuestiones de psiquiatría, expone sus hallazgos, sus reflexiones, su
peculiar interés por algo que le atañía de cerca (él mismo se calificó poco
antes de morir de histérico-neurasténico).
Pizarro se ha basado en un
conjunto documental catalogado en la Biblioteca Nacional de Portugal como
Ensayo sobre degeneración, genio y locura, que contiene 200 textos. Y ha añadido
otros 400 relacionados con el tema tras examinar el inagotable archivo del
poeta. “Para él, que poseía una formación autodidacta en psiquiatría, pero que
llegó más lejos que cualquier psiquiatra portugués de la época, el genio se
corresponde con una cierta dosis de locura, con cierta bipolaridad”, sostiene
Pizarro, que añade: “El desequilibrio psíquico que acarrea este tipo de locura
del genio es, para Pessoa, un cierto tipo de equilibrio superior al que se
accede a través del arte”.
Pizarro explica que, gracias a
los escritos de Pessoa sobre esta materia y a su propia experiencia personal,
se puede rastrear la huella del genio en el arte o viceversa, más incluso que
en artistas como Hölderlin o Van Gogh. Este estudioso, que ha editado otras
obras del poeta portugués y que se conoce al dedillo los atajos de su
inabarcable archivo, pronostica que su herencia catalogada hoy en la Biblioteca
Nacional de Portugal seguirá devolviendo joyas. “Hay, en ese archivo inmenso,
material para 300 libros de 100 páginas. Y solo se ha publicado la mitad”.
Muchas vidas en una sola
Fernando Pessoa creó decenas de voces para su propia expresión literaria, los célebres heterónimoscon los que firmaba sus textos.
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