La chapa de una botella de cerveza, el tapón de plástico de un refresco, el envoltorio de un caramelo, la tapa de un yogur, un pequeño papel de aluminio… ¿Qué ocurre con todos los residuos menudos que tiramos a la basura para que sean reciclados? Aunque sean de materiales recuperables, hay bastantes restos que nunca llegarán a reciclarse por su reducido tamaño. Resulta interesante lo que ocurre con el envoltorio de un caramelo Sugus: se trata de un envase que hay que tirar en el cubo amarillo y el fabricante paga el punto verde de Ecoembes para que sea tratado, pero difícilmente acabará reciclado.
No existe un límite de tamaño estandarizado que determine si un residuo puede ser reciclado. Depende de cada material y de cada planta de tratamiento. Fundamentalmente, depende de las características del trómel, la máquina que criba los residuos al comienzo de su viaje por estas instalaciones. En función de los “agujeros” del cribado, habrá muchos restos chicos que caerán y no continuarán su camino hacia una nueva vida. “Es imposible reciclar el 100%, el coste económico y ambiental de recuperar todo lo pequeño sería impensable”, asegura Antonio Barón, director de Comunicación de Ecoembes, que pone el ejemplo de los envoltorios de los conocidos caramelos.
“Sugus no se recicla, pero sí paga”, detalla este representante de la empresa que se encarga de los residuos de la bolsa amarilla. ¿Qué ocurre entonces con el dinero de estos envases menudos que no van a ser reciclados? “El sistema está ideado para que el 100% de los envases sufrague el coste de aquellos que se reciclan, que hoy está en el 66%”, incide Barón. “Es un concepto solidario, al terminar el año no sobra dinero, somos una empresa sin ánimo de lucro”.
Tampoco resulta probable que pase el trómel la tapa de un yogur. Se trata de un elemento de un envase y de plástico, pero también es pequeño. “En la mayoría de los casos no se recicla”, explica Barón. En cambio, sí pasará el trómel si la tapa llega a la planta de tratamiento todavía enganchada al envase del yogur, en cuyo caso acabará todo junto convertido en granza de plástico.
Un caso distinto es el de la chapa de una botella. Este vuelve a ser un resto de tamaño reducido, pero de acero. Esto significa que la chapa será atraída por el electroimán de una planta de residuos entre los restos menudos. Podrá ser recuperada y reciclada en una instalación, aunque haya quedado mezclada con la basura descartada.
Los tapones metálicos de rosca también serán recuperados. Incluso cuando acaben en un contenedor de vidrio todavía puestos en las botellas, podrán ser rescatados por un electroimán. Aún así, la empresa Ecovidrio pide que todo el vidrio se tire a los iglúes verdes sin tapones o tapas (que deben ir a la bolsa amarilla). Con los de plástico, el proceso cambia. Según explica Barón, aquellos tapones de plástico que se tiran a la bolsa amarilla puestos en la botella de plástico pasarán el trómel y serán recuperados. Las botellas serán luego troceadas y, en el proceso de lavado, los tapones se separarán del resto en el agua, pues se trata de plásticos con densidades distintas: las botellas suelen ser de PET o polietileno, mientras que los tapones están hechos de polipropileno. Sin embargo, esto no ocurrirá si el tapón de plástico se tira suelto a la bolsa amarilla, pues caerá en el trómel y ya no podrá ser separado del resto de la basura descartada.
El aluminio no es atraído por los electroimanes, pero puede recuperarse en las plantas de residuos con un separador de corriente de Foucault. Eso sí, para ello tiene que pasar antes el trómel, lo que resulta difícil cuando se trata de un trozo de papel de aluminio hecho una bola (un envoltorio que también iría al cubo amarillo). “Si es muy pequeño se pierde, por eso cuando yo tiro una bola de aluminio intento no compactarla demasiado”, especifica Barón.
Una cápsula de café no es considerada en España como un envase. La marca Nespresso ha puesto en marcha su propio sistemas de recogida, siendo muy complicado que sea reciclada por los canales habituales de los residuos. No sólo por la interpretación que se hace de la Ley, sino también por el reducido tamaño de algunas de estas cápsulas. “Aunque hay algunas que son de aluminio es difícil que pasen el trómel”, especifica el representante de Ecoembes, que afirma no tener datos concretos de las que acaban siendo recicladas.
Por: Clemente Álvarez
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